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Alzheimer: una esperanza que llevaría a la cura

Una publicación especializada difundió 2 casos de personas que pudieron resistir varios años al avance del alzheimer.

La publicación especializada Nature Medicine reveló que una persona pudo resistir al avance del alzheimer y planteó si este caso, sumado a otro anterior, son la llave para dar con un tratamiento adecuado contra este mal, que afecta principalmente a las personas mayores. 

Según se especificó, una rara mutación genética protegió durante 2 décadas a un hombre colombiano condenado a sufrir una demencia hereditaria. Un equipo de científicos presentó este caso, de un hombre cuyo alzheimer comenzó a los 72 años, más de 2 décadas después de lo previsto. 

El neuropatólogo colombiano Diego Sepúlveda Falla recibió el cerebro donado del paciente a finales de 2019, en su laboratorio del Centro Médico Universitario Hamburgo-Eppendorf, en Alemania. 

El hombre había muerto a los 74 años por una neumonía por aspiración, una infección común en personas que tienen dificultad para tragar por una demencia. 

En los cerebros de los enfermos de alzheimer es habitual encontrar placas de beta amiloide, una proteína que se amontona entre las neuronas, y ovillos de tau, otra proteína que se acumula dentro de las células cerebrales. 

El equipo de Sepúlveda, sin embargo, se topó con una sorpresa, ya que en el cerebro del fallecido había beta amiloide, pero apenas aparecían ovillos de tau en la corteza entorrinal, una de las primeras áreas afectadas en el alzheimer. 

Los investigadores creen que detrás de esta resistencia a la demencia precoz está otra mutación protectora, a la que han bautizado COLBOS, acrónimo de Colombia y Boston, lugares de origen de la mayoría de los autores. 

Es la segunda persona conocida que tiene la funesta mutación E280A y no sufre un alzhéimer temprano, ya que la primera fue Aliria Rosa Piedrahita de Villegas, que murió en 2020 a los 77 años en Medellín, tras padecer una demencia 3 décadas más tarde de lo previsto. 

Piedrahita de Villegas presentaba una mutación protectora, denominada Christchurch, en el gen de la apolipoproteína E, vinculado al riesgo de alzhéimer. 

En este segundo caso, los investigadores han detectado una mutación en el gen que expresa la reelina, una proteína que compite con la apolipoproteína E para unirse a los mismos receptores de las células cerebrales. Si se encaja la reelina, disminuyen los ovillos de tau asociados al alzhéimer. Si se une la apolipoproteína E, aumentan. 

Sepúlveda destaca que las mutaciones en los 2 casos tienen posiblemente efectos celulares comunes, pero la gran diferencia está en la expresión de cada proteína. 

“El cerebro nada en apolipoproteína E, expresamos relativamente mucho y en muchas partes, mientras que la reelina en adultos se expresa poco y en células muy específicas. Nuestro hallazgo nos dice que ese efecto localizado es suficiente para postergar el inicio de la enfermedad varias décadas”, explica el neuropatólogo. 

“En términos de terapia, lo que nos dice es que se puede buscar imitar ese efecto localizado, al parecer, en la corteza entorrinal. Quizás en un futuro sabremos que algunos casos se benefician de una terapia global, en todo el cerebro, mientras que en otros bastará proteger esta región específica”, señala. 

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