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Atentado en Nueva York: Declaró el último testigo y la Corte se prepara para escuchar al jurado

POR LUCIANA TRINCHIERI, ENVIADA ESPECIAL

Uno a uno deberán decidir en base a lo escuchado y visto hasta ahora. Se esperan el martes los argumentos de cierre y luego, las instrucciones al jurado para que empiece a deliberar si aplica la pena de muerte al terrorista detenido. Por su vida, pidió la familia de Uzbekistan; de su esposa no hubo información.

La defensa terminó de presentar sus testigos. Un equipo con un numeroso grupo de abogados trabajando, en esta etapa del juicio, para que la condena que se aplique a Sayfullo Saipov - declarado culpable el pasado mes de enero de 28 cargos, entre ellos homicidio, intento de homicidio y colaboración con grupo terrorista reconocido como tal por el gobierno norteamericano (ISIS) - no sea la pena de muerte.

Ahora lo que se intentará definir es que si por el delito, se aplica en este caso la pena capital o no, decisión a la que debe llegarse con unanimidad de criterio por parte de los 12 jurados, ya que si no, en su defecto, se aplicará la cadena perpetua sin libertad condicional.

Con la presentación de los testigos aportados por la defensa, los abogados liderados por David Patton intentaron convencer al jurado sobre la no peligrosidad de su defendido, sobre las condiciones de seguridad del penal donde quedaría alojado de por vida en Florence, Colorado, y que Saipov era un muchacho de familia bueno, simpático y protector hasta caer en las redes de reclutamiento de ISIS que lo convirtieron en lo que hoy es: Un ser convencido de que lo que hizo al cometer el acto terrorista del 31 de octubre de 2917 fue un bendición para él y su familia.

Para todo esto, los abogados debieron traer desde Uzbequistan a los padres, a las tres hermanas, a los tres tíos y al abuelo para decir que hablaban horas por teléfono con él, que nadie podía creer que Sayfullo hubiera hecho lo que hizo, que les llamó la atención que se hubiera dejado larga la barba, y que era importante que siguiera con vida para que tenga tiempo para recapacitar y darse cuenta de lo que hizo. Y se arrepienta, cosa que todavía no hizo. Y si bien tuvo la oportunidad dos veces de hablar hoy (puede hacerlo en cualquier parte del proceso), decidió no hacerlo.

Ninguna persona que lo conociera cuando se mudó a Estados Unidos pudo dar testimonio de Saipov tras su llegada, y la mayoría de los que declararon pasaron años sin verlo.  Un amigo, un conocido, su esposa: no hubo una referencia local de los últimos años de vida.  Dudas por un lado que parecían tener una respuesta muy simple : quien tenga que seguir con su vida en este país, se arriesgaría a venir a una Corte a defender a un terrorista, en la ciudad que ha sufrido tanto por este tipo de delito tras perder a casi 3 000 personas el 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas.

El juez Vernon Broderick cerró la etapa de los testigos, para entrar sí en la parte final.

“Si le hubiera insistido que volviera, esto no hubiera pasado”

Mukkadas Saipov es la madre del hombre que atropelló y mató con un camión alquilado a 8 personas, entre ellas 5 amigos rosarinos que paseaban en bicicleta por el Bajo Manhattan, una turista belga que fue a Nueva York para celebrar con sus hermanas que su mamá se recuperaba de un cáncer y 2 jóvenes norteamericanos, hijos únicos que dejaron a sus madres y familias absolutamente devastadas.

La madre del acusado a metros de las de las víctimas: Lieve Wiseur, mamá de Anne Laure Decat, turista belga de 31 años asesinada mientras andaba en bicicleta y Mónica Missio, progenitora de Nicholas Cleve, quienes desde el primer día asisten con paciencia a las audiencias donde, otra vez, deben revivir el momento más doloroso de sus vidas y oír sobre la humanidad del responsable de asesinar a lo que más amaban en sus vidas.

La dinámica es mostrar la infancia feliz del acusado en Uzbekistán, mostrar su lado humano. Mukkadas es una típica mujer uzbeka, que formó familia en un matrimonio arreglado con un hombre con el que no quería casarse pero terminó teniendo una buena experiencia.

Cuando su hijo varón viajó a los Estados Unidos siguió en contacto y viajó tres veces para verlo. Como describieron los integrantes de la familia, hablaban mucho por teléfono porque a Sayfullo le hacía mas liviano el viaje, tras convertirse en camionero de larga distancia. “Mamá hablemos así se me hace más llevadero el viaje y llegó mas rápido a destino” le decía, aunque en ninguna de esas charlas dejó entrever lo que realmente pensaba para su futuro.

Ella cuenta que lo notó cansado y con la llamativa barba que todos vieron. “Si le hubiese insistido más para que vuelva a a Uzbekistan, esto no hubiera pasado”. Y contó que cuando quiso solicitar visa para ver a su hijo le respondieron “que si quiere ver a América sólo lo hará en sueños”.

Munisa, es la hermana menor de Saipov.

Tiene 22 años y vivió con él sólo la mitad de su vida. Todas las preguntas de la defensa las respondió mirando a su hermano y sumida en el llanto.
Dice que ve en Seyfullo una figura paterna. Al igual que su madre creen que el tiempo hará que recapacite y se dé cuenta de la gravedad de lo que hizo. Situación que habrá que ver ahora, qué piensa el jurado también. Si vale la pena encerrarlo y esperar a ver un cambio de actitud o no.

El último testigo
La última persona en declarar y con quien la defensa cierra su caso, es el Alguacil adjunto, Steven Wein, quien es el responsable todas las mañana de audiencia de trasladar a Seyfullo.
En tal sentido explicó que “los marshals” se encargan de los prisioneros, de custodiar figuras, operaciones con fugitivos e investigaciones criminales. En su caso, estuvo en el ejercito de los Estados Unidos y trabajó para una empresa con perros entrenados.
Dijo que, en general, no tuvo ningún incidente grave con Seyfullo, excepto el día que su tío protagonizó el exabrupto donde Saipov quedó un poco nervioso y puso en alerta a la seguridad de la Corte, pero que no pasó a mayores.


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