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Ansiedad vino, pero no debe quedarse

Vivimos en un estado de alerta constante, la vorágine de la vida, los cambios intempestivos que venimos afrontando. Los miedos a toda una situación invadida de sobreinformación, generan hoy un cuadro de alerta en la salud mental de la sociedad.

En la procesión del Domingo de ramos, escuché a dos señoras conversando y una se expresaba diciendo “viste ahora esto del dengue, que raro, a mí me hace acordar la época de la pandemia, ahora estamos presos por los mosquitos”. Eso nos hizo reflexionar en cómo estamos viviendo y los impactos que vamos teniendo en los diferentes sucesos que ocurren en la sociedad y a nivel mundial.

Existen muchos tipos de trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, el trastorno de pánico (trastorno de angustia), el trastorno por estrés postraumático y las fobias, según el Instituto Nacional del Cáncer (NCI). Estos problemas comienzan con preocupación y sentimientos de miedo, temor o intranquilidad excesivos, pequeños síntomas que luego se van multiplicando.

A la ansiedad la reconocemos por sudoración, inquietud, irritabilidad, fatiga, falta de concentración, problemas para dormir, dificultad para respirar, latidos cardíacos rápidos y mareo.

Consultamos con el Dr. Luis María Labath, especialista en medicina interna, quien nos explicó: “Uno de los impactos más notorios del estrés y la ansiedad es su efecto en la salud mental. Las personas pueden sentirse abrumadas, irritables, tristes o incluso desesperadas. La falta de motivación o interés en las actividades diarias es un signo claro de que algo no está bien emocionalmente. Las personas pueden tener dificultades para concentrarse o tomar decisiones, y es común que el sueño se vea afectado. En situaciones más extremas, el estrés crónico y la ansiedad pueden llevar al desarrollo de trastornos de salud mental, como la depresión o el trastorno de ansiedad generalizada”.

El Dr. Labath continuó afirmando que: “Además de los efectos en la salud mental, el estrés y la ansiedad también tienen un impacto significativo en la salud física. Cuando una persona está bajo estrés, el cuerpo responde liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina. Estas hormonas, a corto plazo, pueden ayudar a enfrentar situaciones difíciles, pero si el estrés persiste, su efecto puede ser dañino. El estrés crónico puede afectar el sistema inmunológico, haciéndonos más susceptibles a enfermedades e infecciones”. 

La palabra pandemia, covid, dengue, inseguridad, narcotráfico, economía (sueldo, riesgo país, dólar, canasta básica, etc), generan en las personas una resonancia negativa, preocupan, dan miedo, no sabemos qué pasará y eso estresa y provoca ansiedad debido a la incertidumbre. La sobreinformación y el riesgo de muerte no son un buen cóctel para estos síntomas de salud mental.

Se han despertado patologías no sólo a nivel psicológico, sino también físico, como explica el especialista consultado: “el impacto en el sistema cardiovascular también es notorio. El estrés puede elevar la presión arterial y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión y la enfermedad coronaria. Asimismo, la tensión muscular y las migrañas son comunes en personas que lidian constantemente con el estrés y la ansiedad”.

Manejo de situación 

Al detectar estos síntomas, lo importante es no entrar en pánico, tomar conciencia de la situación, aplicar ejercicios de respiración, para relajar el cuerpo. Se respira en tres tiempos, son cuestiones de segundos, inspirar en cuatro, sostener cuatro, soltar en cuatro segundos.

Una vez recobrado el equilibrio, buscar un ambiente relajado para poder meditar o mantener esa calma unos 15 minutos, si es posible, una ducha caliente, música relajante y continuar con una respiración profunda. 

Tomar la iniciativa de hablar con un especialista en psicología, aunque a algunos les suene que no es necesario, es sano poder tomar la decisión de cuidar tanto la mente como el cuerpo, es igual de importante. Es imprescindible también, hablar de estos temas con personas de nuestro entorno y confianza, para poder, en la escucha activa y el proceso de narración, ir entendiendo los factores externos e internos que nos están afectando y tener un apoyo o contención que pueda comprendernos y abrazarnos. El abrazo es el ansiolítico natural por excelencia, al igual que la risa.  

En este sentido, el doctor Labath recomienda que “para abordar estos desafíos, es fundamental cuidar tanto la salud mental como la física. La búsqueda de apoyo profesional, como la terapia, puede ser un recurso valioso para aprender a manejar el estrés y la ansiedad de manera saludable. Asimismo, la adopción de hábitos de vida saludables, como una dieta equilibrada, la práctica de ejercicio regular y la búsqueda de actividades que proporcionen placer y satisfacción, pueden ayudar a reducir los efectos negativos del estrés y la ansiedad”.

En última instancia, agregó “es importante reconocer que el estrés, la ansiedad y la incapacidad de avanzar son problemas comunes y tratables. Buscar ayuda y tomar medidas para cuidar la salud mental y física son pasos fundamentales para alcanzar un bienestar integral y una mejor calidad de vida. Recuerda, tu salud es un tesoro invaluable, y cuidarla es una inversión en tu felicidad y bienestar a largo plazo”.

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