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Se cumplen 51 años del tornado de San Justo

Es considerada la mayor tragedia meteorológica de Argentina y Sudamérica. Un fenómeno de categoria F5 mató al menos a 63 personas, a cientos de animales, dejó más de 200 heridos destruyendo unas 500 casas.

Por Daiana Canavesio Elizalde

El 10 de enero de 1973, antes de las 14, algunas personas empezaron a notar un olor extraño, similar al del azufre; el fenómeno se generó apenas 15 minutos después en las inmediaciones de las vías del ferrocarril General Belgrano. En 60 segundos, llegó a la máxima categoría en la Escala Fujita-Pearson: F5, conocido coloquialmente como “El dedo de Dios’”.

Tetsuya Fujita, uno de los creadores de esta forma de medir -basada en la destrucción que ocasiona sobre las construcciones hechas por el humano y en la vegetación- estudió especialmente este episodio sobre suelo santafesino, con vientos que soplaron entre 420 y 510 kilometros por hora. Incluso, la energía es muy parecida a la que emiten las bombas atómicas.

Y es asi de hecho, como algunos testigos lo recuerdan: “similar a una explosión de una bomba atómica o al día despues de una guerra”.

En San Justo hacía un calor dantesco y sofocante. En plena siesta santafesina parecía que la presión les había bajado a todos los sanjustinos a la vez. Los sifones de soda (en aquel tiempo de vidrio) explotaban en un rastrojero cargado en el centro de la ciudad. Esa señal no era nada buena y anticipó lo que luego sucedió cerca de la ruta nacional 11. Una calma extraña, un cielo con colores cambiantes anticipaba el desastre.

El tornado arrasó con unas 35 manzanas. Entró de norte a sur en un borde de la ciudad, sobre la ruta 11 y en 120 segundos desintegró un barrio entero de la localidad.

Los habitante que no estaban en ese sector, al mirar para el cielo notaban como “papelitos” que volaban. Pero no eran papelitos. Eran techos de casas, chapas, heladeras, vacas, autos, camiones, acoplados, tanques de agua, árboles e incluso, personas llevadas a su antojo por el viento circular del tornado.

Los que quedaron en el foco del fenómeno se aferraron a sus familiares en sus casas sin entender lo que estaba pasando. Sintieron temblores intensos, ruidos, la fuerza del viento hasta perder noción del tiempo y espacio.

Personas que caminaban por la ruta fueron levantadas por el tornado y halladas muertas 600 metros después en la copa de árboles, dentro de un monte de eucaliptos. Otros, cuando recobraron la conciencia, no podian moverse  porque habian quedado bajo vigas y escombros. Muchos aparecían desnudos porque el viento les arrancaba la ropa.

A medida que la tormenta pasó, los sobrevivientes empezaron a salir a la calle, en plena conmoción y relatos muy crudos. Al rededor de unas 1000 familias lo habían perdido absolutamente todo.

Inmediatamente, luego del paso de esos 5 a 7 minutos escalofriantes, los vecinos comenzaban a llegar a la zona afectada para poder ayudar.

El hospital de San Justo también fue afectado por el tornado. Atendió sin energía eléctrica. El caos era total. Mucha gente fue derivada a Santa Fe capital (100 kilómetros) y a lugares de atención en los pueblos cercanos.

En los pasillos de la policía se apilaban los cuerpos sin vida, tapados con frazadas, aún sin reconocer. Todos victimas de la naturaleza por diferentes causas, asfixia por escombros, traumatismos severos, decapitaciones por techos de chapa, graves heridas por muebles del hogar, un sinfin de imagenes que aún hoy continúan en la memoria de los sanjustinos con profundo pesar.

Al terminar el paso del tornado, cerca de las 14.25, llegó una lluvia copiosa, que no detuvo el accionar de la ciuadania.

Todas las comunicaciones estaban cortadas y, sin embargo, gracias a José Barreto pudieron informar lo que habia sucedido. José era radioaficionado y poseía equipos en su casa, zona no afectada por la tragedia.

Como uno de los pioneros de la radioafición en la provincia de Santa Fe, el “Camba” tenía claro que su actividad transcurría a veces como un pasatiempo, contactando a operadores a través de distancias que iban en aumento, y otras como una alternativa de comunicación ante situaciones de emergencia o desastre.

Rápidamente inició una tarea de más de una semana casi sin poder dormir, para organizar el pedido de ambulancias, medicamentos, donantes de sangre, víveres y, fundamentalmente, poder ubicar el hospital y la ciudad donde iban siendo derivados los heridos y así compartir información con los familiares.

Con uno de los equipos de comunicaciones preparados para llegar a cualquier lugar, los vecinos de San Justo lograban llevar tranquilidad a sus familiares. Además, los mismos automovilistas que transportaban a los heridos dieron la trágica nueva en la capital provincial.

Diarios, rezos y Palito Ortega

La ayuda humanitaria no tardó en llegar. La campaña fue tan grande que hasta llegaron donaciones de Alemania y del Vaticano, incluidas plegarias por las victimas del papa Pablo VI. Los vecinos afectados también contaron con donaciones de ropa y abrigo proveniente de todo el país.

Además, llegó la tan necesitada ayuda psicológica. Al enterarse de los destrozos, el doctor Jorge Cunter, un psiquiatra de Rosario, manejó hacia San Justo donde durante días se dedicó a acompañar a familiares de víctimas fatales y heridos de gravedad.

Pero, sin dudas, la campaña humanitaria que más trascendió históricamente fue la del cantante Palito Ortega. No sólo hizo un recital en Rosario para recaudar fondos para las familias que quedaron sin hogar, también donó fondos para la construcción de casas en una de las zonas más afectadas. Hoy, ese sector del barrio lleva su nombre en agradecimiento. De hecho, en 2017 el músico volvió a San Justo para un recital  y recorrió el barrio Palito Ortega en cercanía al Club Tiro Federal y la ruta 11.

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